Investigación revela venta de niñas indígenas para comercio sexual

La indagación revela que en los pueblos yuqui, weenhayek y ayoreo entregan a menores de edad para que sean prostituidas en centros urbanos. La Defensoría pide más atención a las comunidades indígenas.

El pueblo yuqui está a punto de desaparecer. La desatención del Estado obligó a esta comunidad indígena -ubicada en la provincia Chapare del departamento de Cochabamba- a abandonar su territorio y dedicarse a labores ilícitas. Una de ellas la venta de niñas para el comercio sexual en el trópico cochabambino. Lo mismo sucede con miembros de otros dos pueblos indígenas como los weenhayek y los ayoreos, según una investigación social.

Los yuqui sufren desde hace dos décadas una fuerte discriminación social. La pobreza en la que viven y la incursión de colonos en sus territorios -en su mayoría cocaleros- los obligan a migrar a zonas urbanas. Se calcula que ahora su población no sobrepasa los 400 indígenas. Esas penurias también han forzado a que algunos padres de familia vendan a sus niñas para que sean sometidas al comercio sexual en el trópico de Cochabamba.

La investigación Dinámicas de la trata, proxenetismo y violencia sexual comercial de niñas, niños y adolescentes en Bolivia, publicada por la Fundación Munasim Kullakita, muestra que en los tres pueblos indígenas (yuqui, weenhayek y ayoreo) la venta de menores de edad se originó por diversos factores, entre ellos la “indiferencia de parte del Estado y la sociedad en su conjunto”.

“Esto (el abandono del Estado) les obliga a sobrevivir de la única manera que un entorno duro les permite: la mendicidad, el robo y el sometimiento al comercio sexual. La investigación ha identificado a tres comunidades indígenas que son excluidas en las ciudades donde sobreviven, y la manera en que lo hacen con comercio sexual de niñas, niños y adolescentes”, dice parte de la investigación elaborada por Elizabeth Zabala y Ariel Ramírez.

En el caso concreto de los yuqui es la usurpación de tierras el factor principal que pone en riesgo de extinción a este pueblo indígena. Los cocaleros del Chapare, en su mayoría colonos, invadieron sus tierras para cultivar la hoja de coca. La única comunidad yuqui grande que logra sobrevivir es Bia Recuaté, que está a 160 kilómetros de la ciudad de Cochabamba y que es parte del municipio de Chimoré. Sus habitantes estaban acostumbrados a pescar, cazar y cultivar como modo de subsistencia, pero ahora no lo hacen por la invasión que sufren y la ampliación de la mancha urbana.

Carmen Isategua fue cacique de Bia Recuaté y ahora se convirtió en una lideresa del pueblo yuqui. La indígena, de 36 años, pide la atención del Estado para evitar que su pueblo se extinga. Ella pone a la ambición de colonos y narcotraficantes como parte de la invasión a su territorio.

La lideresa indígena también lamenta que la pobreza lleva a que “algunos” miembros del pueblo yuqui opten por “vender” a sus hijas para que sean sometidas al comercio sexual. “No lo entiendo, pero la pobreza obliga a que se tomen estas decisiones”, dijo.

 

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